Almas de la Oscuridad
1
Una nueva
amenaza
(Kun)
El Valle (EEUU)
A Kun le despertó el fuerte agitar del viento
contra las ventanas. Aullaba con fiereza, avecinando una mañana ventosa. Al ver
la poca luz que entraba por la ventana supo que aún le quedaban unas horas por
levantarse y se giró a la derecha, encontrándose con Kirsten, que le daba la
espalda y a quien rodeó por la cintura. Las noches del viernes al sábado eran
una de las preferidas de la semana. Todos los viernes Clay se marchaba a
Crysalia, con Soo, y dejaba la casa para él y Kirsten, días que dormían juntos
en la misma habitación. Pues a pesar de que Clay conocía muy bien que había
entre ellos y su relación, mientras él estaba en casa prefería que cada uno
durmiera en sus respectivos dormitorios, ubicados en distintas alas de la casa,
aunque no siempre cumplían su palabra y muchas eran las noches que dormían
juntos.
Sonrío y atrajo a Kirsten hacia él, siendo
arropado por su calor. Y aunque permaneció un poco más en la cama, ya le fue incapaz
de conciliar el sueño. Cuando el reloj marcó las siete y media se puso en pie.
En silencio se quitó el pijama por ropa deportiva y una vez listo, marchó a la
cocina. Mientras preparaba la cafetera no podía dejar de pensar en la extraña sensación
que oprimía su pecho desde que se había despertado; como si una gélida mano
estuviera estrujando su corazón. No sabía qué significaba, pero esperaba que no
fuera nada. Hacía más de un año de la derrota de Juraknar; tiempo que habían
disfrutado de una gran calma y volver a sentir una amenaza mágica no le atraía
nada, aunque puede que no fuera nada, se repitió una y otra vez.
Con taza en mano se dirigió a la puerta que
comunicaba con el exterior y su vista fue al cielo. Grandes nubes ocupaban el
firmamento; eran oscuras y la amenaza de lluvia se olía en el ambiente. Sin
embargo, algo más captó su atención.
El cielo era surcado por pequeños relámpagos
blancos y negros, entrecruzándose unos con otros, enfrentándose entre sí en una
electrizante batalla. Y cuando entraron en contacto, hubo una pequeña explosión
de luces que le obligó a apartar la vista. Cuando pudo volver a mirar, observó
extrañado lo que sucedía. El cielo se estaba fragmentando, como si fuera una
cúpula de cristal y comenzase a hacerse pedazos poco a poco, dejando al
descubierto un entorno similar, pero más oscuro.
El fenómeno duró unos segundos; la oscuridad se
tragaba por momentos el día, haciendo añicos como un cristal hecho pedazos,
pero todo acabó regresando a la normalidad.
Kun se frotó los ojos anonadado. ¿Qué demonios
había pasado? Parecía haber sido provocado por algo mágico, pero no dejó que el
miedo lo dominase. Tanto por su tutor y maestro sabía que en la Tierra existían
muchas otras criaturas: brujas, hechiceros, nigromantes, demonios, ángeles y
más, todos ellos sumergidos en sus luchas que para nada debía afectarle a
ellos.
Así pues, tras dar un par de sorbos al café, salió
a correr. No regresó hasta una hora más tarde y encontró a Kirsten despierta.
Estaba en la cocina, decorada de manera sencilla y amplia, con una gran isla en
el centro donde desayunaban la mayor parte del tiempo. Le daba la espalda,
estaba preparando el desayuno y durante unos segundos no dijo nada, sino que
disfrutó de ella y el silencio que les rodeaba. Se descubrió contemplando su
fina figura de marcadas curvas; vestía un pijama de pantalón corto y camisa de
tirantas, ambas azul oscuro. Y cuando se giró, se acercó a ella, la rodeó por
la cintura y besó sus labios. Aún en su rostro se apreciaban signos de sueño,
pues estuvieron hasta tarde viendo una película. Pero aun así a él siempre le
parecía que estaba preciosa; no había día que aún no se sintiera embaucar por ella.
—¡Buenos días! —saludó Kirsten.
—¿A qué hora debemos estar en el instituto? —se
interesó mientras llevaba las tostadas que la chica había preparado a la isla y
comenzaba a untarlas—. Sé que Xin y Nathair llegarán pronto.
—Tengo que estar allí a las once, pero no empezará
hasta cerca de la una.
Kun sonrío y en silencio desayunaron juntos. Esa
mañana era especial para Kirsten; sus tiempos en atletismo habían mejorado
muchísimo y había logrado clasificarse para una competición que se llevaría a
cabo en unas horas. Y mientras Kun se quedaba ordenando la cocina, Kirsten se
dirigió a la planta superior. Tras tomar algunas prendas fue al baño y entró en
la ducha. Al salir el vaho impregnaba la estancia. Se dirigió al espejo, posó
su mano sobre él y la movió de un lado para otro, dejando parte del mismo
despejado para poder contemplarse. Y antes de desviar la mano sintió algo extraño
que le impedía apartarla. Tiró de ella con fuerza, mas no logró nada y al mirar
al reflejo vio que ella no estaba allí, sino una criatura de gran tamaño, piel
verdosa, gran mandíbula y garras. Una de éstas la tenía sujeta; de nuevo tiró
hacia atrás a la vez que un grito de sorpresa brotó de sus labios
Pronto mucho más.